Como fundamental es también la iniciativa que se comienza a mover desde su blog: http://elfuturodelaarqueologia.blogspot.com Se busca la unión de los arqueólogos como colectivo trabajador para reclamar un estatus laboral similar al albañil, al abogado o al arquitecto. Se busca una lluvia de ideas que permitan una reflexión sobre cómo podemos mejorar nuestro contacto con la sociedad de la calle. Se busca... en fin, entrad, leed y escribid vosotros mismos.
Yo ya lo he hecho y se ha publicado en el blog mi opinión sobre el futuro de la Arqueología (http://elfuturodelaarqueologia.blogspot.com/2012/01/capitulo-48.html), entrada que copio aquí literalmente:
"Profesionalizarnos para trabajar, y no viceversa
Pablo Aparicio Resco
Pablo Aparicio Resco
Había algo que
me aquejaba desde hacía tiempo. Una pequeña espinita que clamaba por escapar.
Un problema que necesitaba solución urgente: me encontraba estudiando Historia
del Arte y quizás no estuviera tan preparado como debiera para acudir a una
excavación, para inmiscuirme en el mundo de la arqueología. Por desgracia –y no
precisamente para mí– no tenía nada de qué preocuparme.
El sol brillando
sobre mi cabeza. Rodillas en el suelo y paletín en mano, llegó el día. Resulta
que la gente con la que excavaba codo con codo, en su mayoría estudiantes de
Historia, tenían los mismos conocimientos que yo para realizar aquella
práctica. Las supuestas asignaturas de arqueología que a todos nos habían
impartido en la facultad –incluido a mí– habían sido en realidad un sucedáneo
de Historia Antigua, Arte Antiguo e Historia de los Primeros Exploradores.
Surgía entonces, tras unas cuantas campañas en las que llegaban “reclutas”
igual de preparados que yo en mi primera vez, una terrible pregunta: ¿es que
acaso cualquiera vale para hacer arqueología? Eso parecía.
Hoy me acosa
otra de igual calibre: ¿es que acaso ninguno valíamos para hacer arqueología?
Desgraciadamente, me temo que así es: la cantera de arqueólogos no se encuentra
en las universidades sino en los yacimientos. A fuerza de consejos “a pie de
obra”, fallos y errores, y mucha práctica, se forman los peones de la
arqueología, supervisados, eso sí, por todo tipo de alfiles, torres, caballos,
reyes y reinas en continuas guerras y disputas. Todo ello da pie a que se
considere válida para excavar a gente proveniente de un amplísimo arco de
estudios delimitado según su cercanía a la Historia. Esta situación es,
sin embargo, comprensible e indispensable para que surjan arqueólogos ya que no
existe en España ninguna titulación específica de nuestra disciplina –en la
actualidad, y sin ninguna promoción todavía, existen solo tres universidades
que imparten un dudoso Grado de Arqueología–.
Este sistema
en el que hay que trepar desde el barro ayudado por un fuerte autoaprendizaje,
esquivando las zancadillas de todos aquellos que se niegan a perder el
protagonismo schliemaniano, es la causa de que hoy la sociedad considere la
arqueología como algo que hacer en los veranos, como un romántico hobby de
tiempo libre. Es la causa de que la Arqueología no esté considerada como una
profesión más, en la que también se suda, también se duerme poco y mal, también
se ve poco a la familia, también se lucha con la burocracia. Y, para colmo, se
ganan cuatro duros. Para que luego te digan que “son cuatro piedras”, que
“¡Anda! ¡Como Indiana Jones!” y que “no nos cansaremos mucho dándole al
pincel”.
Creo que, de
cara al futuro, es extremadamente necesaria la profesionalización de nuestra disciplina.
Por lo pronto, estableciendo una titulación universitaria propia y reconocida
que se imparta en toda España. Y no basta con cambiar el hábito y no al monje,
cosa que me temo que se está llevando a cabo, no basta con cambiar el nombre y
no los contenidos: es necesario que se imparta y se enseñe una arqueología
actual, pública, social y patrimonial. Es imprescindible la puesta en marcha de
la enseñanza de una arqueología técnica que verdaderamente prepare al
arqueólogo para ser capaz de llevar a cabo, con las mejores armas, los tres
pilares de su disciplina: la excavación, la investigación y la divulgación. Sin
ello jamás conseguiremos un reconocimiento como lo que al fin y al cabo somos:
trabajadores.
Pablo Aparicio Resco
Nacido en 1989, soy estudiante
del último año de Historia del Arte en la Universidad
Complutense de Madrid. He participado en campañas de
excavación en diversos yacimientos de España, la República de Macedonia e
Italia. Durante el año pasado estuve estudiando Arqueología en la Universidad de Roma
Tre y excavando en dos yacimientos de esta ciudad."
Gracias a Jaime Almansa por permitirme ese hueco ("tu dame hueco, que habiendo hueco yo ya..." como diría Jose Mota) en el blog y por dar la oportunidad para que todos los que lo deseemos nos expresemos en torno a este importantísimo tema de futuro.
Pablo Aparicio Resco
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