miércoles, 5 de noviembre de 2008

Un paseo por mi mente...

Estoy tejiendo mi propia telaraña, colocando personajes en el espacio y el tiempo, moviéndolos de sitio, cambiándoles los rostros y las caras, emparentándolos con unos o con otros. Voy jugando con la historia, empapando cada instante de un mundo y unos sentimientos. Y viajo al futuro y al pasado con un simple chasquido en mi cabeza. Es en esos momentos cuando siento que soy un DIOS.

No hay nada más parecido a eso.

Sin embargo, un dios también debe adaptarse a la época que traza, igual que Dios - o la Providencia, o ese Algo, o Yahve, o Ala, o como queramos llamarlo - debería adaptarse a esta en la que vivimos.

Pero no, Dios está maniatado en nuestra época, en cuanto a cada persona y acto, no conviene depositar en manos de Dios cada paso de nuestras vidas, hay que tener el valor para darlo y atenerse a las consecuencias. Recuerda que eres tu presente, la huella de tus actos quedará en el pasado y será la huella de tus zapatos, no de los de Dios. Al igual que tu futuro será escrito por ti, porque tú puedes escribirlo.

Sin embargo, hay algo ahí que nos empuja a pensar que no solo somos nosotros. Cada uno de nosotros y nuestros actos no somos el presente. ¡Y ahí es cuando sale la figura de lo que yo entiendo como Dios! ¡Él es la argamasa que nos une a todos los seres humanos! ¡Él es los sentimientos que nos hacen volar en este laberinto de deseos que es el mundo!

No puedes llamar "rezar" a recitar, como una máquina, unas palabras que ha dictado el hombre y que están condicionadas por una época y unas mentes humanas. Llama rezar a buscarte a ti mismo y a ser tu mismo. Llama rezar a intentar mejorar día a día, como persona y como parte de ese mundo. Llama rezar a ser optimista, a tener esperanza, a tener ilusión. Llama rezar a aquellos momentos en los que te dan escalofríos de belleza y felicidad. Y llama rezar al amor, en todos los sentidos.

De cualquier modo, lo único que tenemos es el presente.

El futuro es todavía el polvo perezoso que comienza a revolverse en la magnífica danza que dirige el viento del presente.

El pasado es ya el polvo que cae, poco a poco, depositándose en el suelo del olvido.

Sin embargo, lo ideal sería trazar tal movimiento con ese viento del presente que la estela de nuestro polvo jamás caiga en el olvido. Y conseguir así enriquecer el presente de los que vengan detrás de nosotros con el susurro y el ligero roce del polvo que antaño levantó nuestra presencia.

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión, muchas ideas se apuntan en el texto que quizás habría que ampliar por partes cada una de ellas y diseccionar así esa tela de araña. Aunque lo natural, porque los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren, es "que la estela de nuestro polvo" caiga en el olvido, la nada. Más tarde o más temprano.Y tampoco es malo, ni bueno, es así. Copio un soneto de José Hierro.

    VIDA


    Después de todo, todo ha sido nada,
    a pesar de que un día lo fue todo.
    Después de nada, o después de todo
    supe que todo no era más que nada.

    Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
    Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
    Ahora sé que la nada lo era todo,
    y todo era ceniza de la nada.

    No queda nada de lo que fue nada.
    (Era ilusión lo que creía todo
    y que, en definitiva, era la nada.)

    Qué más da que la nada fuera nada
    si más nada será, después de todo,
    después de tanto todo para nada.

    JOSÉ HIERRO

    (no sé mandar mi comentario como Name/URL)

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  2. Soy otra vez yo.
    No debemos hacer las cosas, o el arte, porque ellas vayan a quedar en la memoria de nadie (aunque confieso que siempre se tiene esa ilusión) sino por vivir mejor cada momento, el fin está en el camino, en lo que se siente, se imagina o se crea, vivir ese "eternistante" que nos hace felices. Ese neologismo aparece en un poema que escribí hace algún tiempo y que copio

    TARDE EN EL LICEO CARACENSE

    Guarda silencio y frío
    el sepulcro de Doña Brianda de Mendoza.
    Desde siglos las piedras están y nada esperan.
    Enfachados olvidos:
    Fray José de Sigüenza, Ramón de Garciasol.
    Hormigas sobre hierros oxidados......
    Hay más en esta nada que no piden
    canto ni cuento.
    El patio solitario acoge a nadie bajo sus árboles.
    Grureo de palomas,
    su cagada en el hombro me despierta
    y escribo la palabra en la que vivo:
    eterninstante.

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