jueves, 24 de mayo de 2012

Cuerpo de mujer

Parece que se lleva la exaltación del cuerpo masculino. Quizás Sócrates y muchos otros griegos habrían estado encantados con vídeos como el del bailarín Guillaume Côté y Miguel Ángel se hubiera humedecido con "Gladiadores del Siglo XXI". Sin embargo, la temporada primavera-verano es para el cuerpo femenino (dentro y fuera del Corte Inglés), y debemos reivindicarlo -aliñado con una seducción inteligente de parte de sus dueñas-.

Como el acero de los puentes, los escotes se dilatan con el sol. Los pantalones de las jóvenes se encojen hasta límites insospechados mientras nuestra testosterona se frota las manos. Nuestra mirada, nuestro radar, se pone on fire y tobillos, cuellos, caderas, miradas, pechos... se intentan repartir nuestra atención. Ya hubo grandes que cantaron a las bellezas del cuerpo femenino. "Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos..." comienza un poema de Neruda. Las famosas curvas que tantos accidentes han causado. Llega el calor y hay que estar atentos, en las carreteras y fuera de ellas, para coger las curvas, cogerlas bien o mal, pero cogerlas. 



El cuerpo masculino nunca ha causado tantos desmanes como el femenino. Recordemos si no la historia de aquel joven -griego también, por cierto- que, como nos dice Plinio, "se había enamorado de ella, se escondió durante la noche y la abrazó fuertemente, y la marca dejada sobre ella fue el inicio de su pasión". Lo malo es que no hablamos de una muchacha sino de una escultura, la Venus de Cnido para más INRI, toma jeroma. Manchando esculturas, le parecerá bonito. Se cuentan a puñados los acercamientos impúdicos a esculturas y pinturas que representan un bello cuerpo femenino. Como el de un tal Gorki, pintor ruso: "Yo amaba a la Virgen... y cuando llegó el momento de besarla posé mis trémulos labios en su boca (...) Durante varios días aguardé como si cumpliera condena. Había asido a la Virgen con las manos sucias, luego la había besado como no debía...". Si esto provocan las imágenes del cuerpo femenino, qué no provocarán los cuerpos themselve.

¿Se nos puede pedir que nos estemos quietos? No. No lo queremos. Ni nosotros ni ellas. Creo que hay que ser más putos. Por mucho que se quejara Quevedo

Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gastos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.

Puto es el gusto, y puta la alegría
que el rato putaril nos encarece;
y yo diré que es puto a quién parece
que no sois puta vos, señora mía.

Mas llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare,
y como puto muera yo quemado

si de otras tales putas me pagare, 
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.

Dejémos a Quevedo con sus putas y sus pegas y salgamos a la calle. Crucemos las miradas y entremos en el juego. Recordemos también que, a mucha o poca honra -y contrariando de frente lo que pensaría el madrileño cascarrabias- no son todas putas ni lo quieren parecer, pero a todos nos gusta la insinuación, la seducción, a todos el roce. Sí, nosotros pondremos de nuestra parte pero, como dijo Pedro el Cruel y para seguir con la copla:  

En premio dame tus besos.
En tí que mis labios pose,
tus senos con ellos roce...



Pablo Aparicio Resco
@ArcheoMind



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