martes, 6 de septiembre de 2011

¿A qué precio tienes la cultura?

"Ya tendremos una conversación sobre dar golpes en la mesa", me decía alguien hace poco. Y la verdad es que posiblemente tenga razón. Desde hace no mucho no hay mesa que se me ponga por delante y que no reciba un buen puñetazo. Me voy a destrozar las manos. Pero es que, según están las cosas, perdónenme pero es imposible no verse rodeado de bolsas de punching.

El conformismo y el "enchufismo" se han apoderado completamente de la cultura. Los dinosaurios de las universidades se creen poseedores de una verdad eterna que, para colmo, solo ellos pueden entender. Las clases bajas, el populacho informe, inútil e inculto, no tiene ya derecho a nada más que a gastar su dinero en panfletos oportunistas que, disfrazados con grandilocuentes perlas como "Tesoros de...", "Misterios de...", "La verdad de...", constituyen una nueva forma de terrorismo contra la inteligencia. 

Pan y circo para el pueblo, también en bolsitas de cultura. Pan rancio y circo cutre que ya están cansados de engañar a nadie. Lo que alguna vez fue llamado "cultura" está semidesnudo y drogado en un hotelucho de mala muerte, prostituyéndose en las manos de los grandes magnates de la economía, temerosos de que cualquier nueva fórmula -que saque al público de las exposiciones populistas, las excavaciones monumentales o los museos/feria- pueda restarles algún pequeño céntimo de su bolsillo. 

Más vale malo conocido que bueno por conocer, dicen. Pero lo malo se puede tornar en terriblemente pésimo. Y la gente ya está harta y atontada de siempre lo mismo. Acceder a la cultura resulta tedioso, aburrido e imposible por el oscuro e intrincado lenguaje que los universitarios imponemos a nuestros trabajos o resulta infantil, insultante y repetitivo si se "ferializa" y comercializa en versión "para tontos". 

La gente debe ser capaz de entender el porqué de nuestro trabajo para que éste tenga sentido. Desde nuestros tronos de "excelencia" estamos ciegos, sordos y peor que mudos: balbuceamos un lenguaje que nadie comprende. Es hora de que la cultura sea planteada desde arriba de forma inteligente y solidaria. La cultura es patrimonio de todos, no de los pocos avariciosos que nos dedicamos a estudiarla de arriba a abajo. Todos tienen derecho a que ésta se les presente en su lenguaje y sin malabarismos ni payasos. 

Los jardines de la cultura tendrían que ser objeto de nuestro trabajo y lugar de disfrute y emociones para todos y, tristemente, se han convertido en sucias fábricas de inutilidad, conformismo, credulidad y torpeza mental. ¿Qué es este chiste para el que muchos estamos estudiando y trabajando? ¿A qué demonio estamos vendiendo nuestra alma? Viéndolo así, resulta incluso comprensible que no se invierta en cultura, siendo algo contaminado, adulterado y flácido. 

En fin. Como si no hubiera suficientes razones para dar puñetazos en la mesa.


Pablo Aparicio Resco

3 comentarios:

  1. Hola Pablo,

    solo para decir que acuerdo y que he puñeteado mesas por esto durante toda mi vida.
    Y que me alegro tanto al encontrar por fin una generación que entiende para lo que son los estudios superiores.
    Algo que no dices, y supongo que es por delicadeza. Pero como soy de la misma generación de esos catedráticos enquistados en sus cátedras, yo lo voy a decir.
    La cuestión es una cuestión de EGO, de miedo y de manipulación. ¿Cómo hago para ser superior a la chusma si comparto mi conocimiento? ¿Y qué pasa si desaparece la chusma, porque todos tienen igual acceso al conocimiento? Peligra mi posición y peligran mis ganancias. Mis ganancias están en mantener a la chusma bien chusma.

    Ya no golpeo más mesas, no con Internet. Ahora hacemos blogs, sitios, foros, subimos videos, pasamos por encima, dejamos atrás la miseria de esas almas pequeñitas y avaras.
    Adiós, te quedas allí, y allí mueres en soledad. Como te mereces por haber sido tan miserable.

    Hagamos otro mundo Pablo, esa gente no tiene arreglo, nada de lo que digas los cambiará. Tienen demasiado miedo.

    Un saludo afectuoso

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  2. Cuando los jóvenes vamos a empezar estudios de Humanidades (véase Historia, Arte, Arqueología, Filología Clásica, Filosofía, etc., etc.) es muy común escuchar: "Pero, ¿Y eso para qué sirve?" Y la verdad es que no podemos culpar a quien tiene estas dudas. ¿Para qué sirve si no les hacemos partícipes de nuestros estudios? ¿Para qué sirve si no les enseñamos lo que la cultura nos está enseñando a nosotros durante nuestro trabajo e investigaciones? ¿Para qué sirve si no les transmitimos las emociones, los sentimientos y la importancia de un conocimiento que está dentro de todos nosotros? La cultura es algo que nos ha ayudado a ser lo que somos (a todos) y que nos puede ayudar a elegir qué queremos ser, a tomar las riendas de nuestro futuro.
    Muchas gracias Marta.

    Pablo

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  3. No sabes tú bien de qué buen grado te acompañaría a pegar puñetazos en la mesa...
    Este es el quinto verano que me toca explicar qué es Filología Clásica y "para qué sirve". Quizá, en esas dos preguntas, se pueda resumir la situación actual. Vivimos en una sociedad con una visión un poco particular de lo que es cultura. Leer cualquier cosa anterior al siglo XX está "mal visto" (¿para qué leer a Homero o a Tolstói si puedo leer las novelas de Crepúsculo o, simplemente, no leer?), la gente estudia carreras universitarias por inercia, porque es lo que les han estado metiendo en la cabeza desde pequeños y lo que se supone que tienen que hacer, no porque realmente quieran aprender; además, las carreras universitarias se plantean más bien como un medio por el que alcanzar algo, no como un fin en sí mismo. Ya no interesa "saber", por parte de estudiantes que parece que se esfuerzan en no aprender y por parte de esos catedráticos "dinosaurios" que parece que han perdido la ilusión, si algún día la tuvieron, y se dedican a soltar su rollo con voz monótona y sin preocuparse de la exactitud de lo dicho (he tenido que escuchar cada burrada... Ya te contaré mejor en persona!)
    Quizá, como tú dices, el problema sea la farragosidad del texto académico y haya que empezar cambiando las cosas desde arriba. Pero no menos importante es conseguir que el estudiar no esté mal visto. No me refiero a estar matriculado en la universidad, sino al hecho de echar horas en casa o en la biblioteca, según las preferencias de cada uno.

    En fin. Habrá que retomar el tema con unas cervezas de por medio.

    Me quito el sombrero.

    Belén

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