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miércoles, 12 de junio de 2013

Arqueólogos, nunca paguéis por trabajar ni regaléis vuestro trabajo



Desde hace un par de días se han encendido los ánimos entre los arqueólogos que poblamos las redes sociales. Anteayer por la noche hubo algunos que, cansados de la poca consideración profesional que se tiene a nuestra disciplina, dieron un buen puñetazo sobre la mesa y crearon el grupo P.A.D., Plataforma por una Arqueología Digna. Ideas, propuestas, discusiones, críticas y mucha indignación. Esto es lo que está surgiendo entre los casi 700 arqueólogos que componen ya el grupo de Facebook. 

Uno de los temas más problemáticos -y vergüenza me da decirlo- es el de trabajar pagando. Sí, sí, no cobrando, sino pagando. Los arqueólogos debemos de ser los más tontos del mercado laboral si todavía nos encontramos en este punto. 

Imaginemos un empresario que tiene una idea: diseñar un nuevo vehículo de cuatro ruedas, "coche" para los amigos. No encuentra financiación pública ni privada y dice: "¡Coño! Que me paguen los ingenieros que se van a encargar de diseñarlo, si no no voy a poder hacer mi coche." ¿Qué dirían los ingenieros en este caso? ¿Se arrastrarían y pagarían 750€ al mes por trabajar en el proyecto de este empresario? No, ¿verdad? Se reirían en su cara y se irían a otra cosa, aunque fuera a rascarse la barriga en el paro.

Ahora, traslademos esto al mundo de la arqueología: un arqueólogo tiene la fantástica idea de llevar a cabo una excavación en un pueblo perdido de Ciudad Real, por ejemplo, y se encuentra con lo inevitable: no tiene financiación pública ni privada y, por lo tanto, le viene una magnífica idea a la cabeza: "Voy a llamar a esto 'escuela' o 'curso' de Arqueología y tengo aquí durante un mes a los arqueólogos y estudiantes que quieran sacando adelante mi excavación, mi proyecto, pero que me paguen 750 € cada uno, que si no es imposible sacar esto adelante". Nosotros, al contrario que los ingenieros, perdemos la cabeza y cometemos uno de los peores errores que puede hacer un profesional: pagar por trabajar. 

Luego, eso sí, nos quejamos mucho porque no se tiene en consideración la profesionalidad de los arqueólogos, porque somos objeto de pitorreo en las obras, porque nos asaltan siempre con "anda, qué bonito eso que estudias", porque nos toman por indianas jones y aventureros, porque creen que nos vamos de vacaciones a excavar en verano en vez de a dejarnos el cayo. Nos lo merecemos, señores

No podemos, bajo ningún concepto, regalar nuestro trabajo. Podemos decidir intercambiarlo por experiencia, comida y alojamiento, si de verdad pensamos que es un intercambio justo, pero nunca regalarlo ni, mucho menos, pagar por realizarlo. ¿Qué valor estamos dando a lo que hacemos si pagamos por realizarlo? Si tan poco valoramos nuestro trabajo, ¿cómo pretendemos que alguna vez nos paguen por llevarlo a cabo? ¿De verdad apreciamos la arqueología y el trabajo de arqueólogos cuando lo denigramos de esta manera?

Para que esto cambie tenemos que dejar de poner escusas. 

Por lo pronto, abandonar esa de: "¿Tú sabes lo que cuesta llevar adelante una excavación? ¿Sabes el dinero que hay que poner sobre la mesa? Ahora mismo no hay financiación y, si no es así, no puede salir adelante el proyecto". Pues que no salga. No hay que excavar, en ningún caso, pasando por encima de los derechos de los trabajadores. Si no tienes dinero, tampoco tengas la cara dura de hacer pagar a los estudiantes y trabajadores que van a darte su tiempo y su trabajo para conseguir llevar a cabo tu proyecto. 

Existen otras formas de financiación: el crowdfunding está ayudando a sacar adelante este verano muchas excavaciones en nuestro país, ejemplo de gente que se lo curra, que respeta a sus trabajadores y que se intenta sacar las castañas del fuego sin pegar patadas en la boca a la arqueología; la búsqueda de mecenas o financiación privada de gran peso, que se pueden implicar en proyectos arqueológicos, tanto por amor a la cultura como por obtener visibilidad, respeto y llevar a cabo proyectos, quién sabe, quizás también por aburrimiento; la socialización del patrimonio, mediante charlas y actividades continuas que pongan en valor un yacimiento determinado en el que se acaben fijando los ayuntamientos y administraciones para usarlo como bien de interés público y reclamo turístico. En definitiva: imaginación y nunca explotación.



Otra de las escusas que tenemos que dejar de lado es la de "es que para hacer currículum tengo que ir a excavaciones y para ir a excavaciones decentes tengo que pagar". Totalmente falso. Por suerte hay todavía muchas excavaciones que tratan al arqueólogo y al estudiante con dignidad y donde ofrecen conocimiento, experiencia, alojamiento y comida a cambio de trabajo. Es cierto, no te pagan con dinero, pero es una intercambio recíproco al fin y al cabo. Cosa distinta es cuando eres licenciado, con máster, cursos e incluso doctorado y pretenden también establecer esta relación de reciprocidad. No , señores. Conocimiento y experiencia voy a aportar yo también, además de mi trabajo, a tu excavación, y como profesional necesito que se me pague. O, al menos, si no se me paga, sí poder implicarme con ilusión en tu proyecto, realizar investigaciones y publicaciones, proponer ideas y, en definitiva, actuar como lo que soy: arqueólogo. No he hecho un doctorado solo para llevar carretillas -que, ojo, las llevaré también gustosamente-. 

Y, si no encuentras excavaciones que te convenzan, existen otras muchas formas de ampliar tu curriculum: proponiendo ponencias o pósteres en los congresos que se organizan a lo largo de todo el año en nuestro país y fuera de él, sin miedo, en muchas ocasiones hay más posibilidades de que escojan tu trabajo de lo que crees; escribiendo artículos y mandándolos a las revistas que puedan estar interesadas, de nuevo: hay muchas revistas dispuestas a publicar tus trabajos; colaborando con medios de comunicación, páginas web, etc., para ayudar a una difusión justa de la arqueología, algo que cada día es más necesario; formar parte de grupos de investigación, asociaciones o proyectos de apoyo a la arqueología que, en muchas ocasiones, consiguen también excavaciones, congresos, ponencias, etc.; realizar mil y un cursos gratuitos y los que se pueda de pago -pero cursos de verdad, no engañabobos donde te roban por tu trabajo-; etc.

Como veis, hay muchas alternativas, pero ninguna de ellas es pagar por trabajar o regalar nuestro trabajo. Si tenemos algo de aprecio a la Arqueología como profesión y a nosotros mismos como personas, tenemos el deber de defender el valor de nuestro trabajo ante todo. Nuestros derechos y nuestro trabajo siempre por delante. Que no nos pisoteen. 


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo
aparicio.pablo89@gmail.com

lunes, 17 de diciembre de 2012

Arqueología en directo: "El Horno de Montesa"

En la actualidad nos quejamos con demasiada frecuencia de la falta de consideración profesional de los arqueólogos. La gente sigue teniendo demasiado presente la vida de látigo, pistola al cinto y tesoros en tumbas escondidas. ¿Qué hacer para solucionar esta situación y que se nos comience a reconocer como profesionales?

No existe una sola respuesta pero sí se pueden llevar a cabo iniciativas que aporten un granito más de arena a esta causa. Una de ellas es el blog "El Horno de Montesa". Se trata de un espacio en el que se muestra de forma pública el desarrollo de la investigación sobre un horno de cronología aún desconocida encontrado en cierta excavación arqueológica en el término municipal de Montesa (Valencia) durante el primer semestre de 2012.

Portada del blog "El Horno de Montesa"

Esta investigación constituirá así una iniciativa de Arqueología Pública que se integrará en el trabajo de fin de máster de un servidor, director también de este blog "ArcheoMind". Estáis todos invitados a visitarlo:

http://hornodemontesa.blogspot.com.es/


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Arqueología desde la vanguardia laboral


Siempre es gratificante que alguien que apostó de forma empresarial por su pasión, la Arqueología, se acerque a las aulas donde nos estamos formando los siguientes reclutas para mostrarnos su visión del presente y del futuro. Dando la vuelta al título de la novela de Remarque, hoy sí que hay novedades en “el frente”. Cada día. Es por eso por lo que he elegido presentar esta reflexión en términos “bélicos”, porque, pese a quien pese, esto es una maldita guerra y estamos metidos en ella hasta el cuello.

Las “bajas” se están sufriendo en la Universidad, en las aulas y en los centros de investigación pero parece que, una vez derribado el frente de la Construcción tras la explosión de la Burbuja Inmobiliaria, uno de los cuerpos que más efectivos ha perdido en el campo de batalla ha sido, precisamente, el de la Arqueología de Empresa.

El pasado 21 de noviembre llegó al cuartel de instrucción, sucio y empolvado, quizás algo exhausto pero con ilusión, uno de los emisarios directamente desde ese frente, con muchas heridas –quizás mutilado– por el estallido de aquella burbuja, que ¡Bum! les explotó justo en la cara. Su división, formada en los tiempos de gloria por más de 50 profesionales, ahora se encuentra maltrecha y sin recursos. Sólo quedan un par de soldados, al resto, desgraciadamente, los ha engullido aquella famosa quimera: la Crisis.

¿Qué ha pasado? ¿Dónde estuvo el error? ¿Qué hicimos mal? ¿Pecamos de fanatismo económico apuntándonos con demasiada emoción a aquella columna de saqueo indiscriminado? Realmente no tuvimos opción, todo ocurrió demasiado rápido. Se destruía desbocadamente y se necesitaban hordas de arqueólogos que rescataran a contrarreloj toda la información posible de las heridas de la tierra.

Echando la vista atrás, sin embargo, el Capitán Flors sabía que aquello había dejado de funcionar. Muchos soldados echándose el pitillo, sin trabajo, sentados a la puerta de la taberna donde, antes, cada día, eran requeridos para ir al frente. Habían sido buenos tiempos. Se sentían realizados porque se les acumulaba el trabajo, porque se excavaba más que nunca, porque ser arqueólogo por fin tenía una salida autónoma. Quizás fuera una suerte de espejismo.

La estrategia no era la adecuada porque la guerra era terriblemente injusta. Hoy, sólo hay unos pocos arqueólogos de empresa que han conseguido sobrevivir profesionalmente y que buscan desesperadamente desarrollarse como cuerpo de élite y seguir formando parte de esas divisiones de Arqueología de Empresa, que durante unos años gozaron de mucho trabajo y desigual prestigio.



El Capitan Flors se presentó aquella tarde con montones de papeles bajo el brazo, montones de ideas o, más bien, de planos sobre los que construir ideas. La solución pasa por reinventarse, nos dijo, y desplegó ante nosotros aquellos bocetos de un futuro distinto, tácticas de combate más o menos novedosas, algunas extremas hasta rozar el Taylorismo, que gustaron, confundieron o aterrorizaron, pero que no dejaron a nadie indiferente. Quizás eso también es bueno.

Tan enriquecedor como las noticias que nos puso sobre la mesa fue el gran debate que se generó después. Uno de los temas que más conflicto causaron fue el de la “mercantilización” de la Arqueología, el de pensar que lo que debemos crear es un “producto” que debemos vender y que para ello nos debemos servir de estrategias de marketing. Mucha gente se escandaliza porque la Cultura no debe tener precio, porque creen que con ello se enfriaría la pasión por nuestro trabajo para convertirlo todo en una triste lucha por un trono de oro. Yo, sin embargo, creo que no tiene por qué ser así. La clave está en la ética de trabajo: tenemos todo el derecho del mundo a promocionar nuestro producto arqueológico siempre y cuando pongamos todo nuestro esfuerzo en su perfecta realización. El marketing y la publicidad, que muchas veces se presentan como máquinas del engaño, no tienen por qué serlo si detrás de ellas hay un trabajo serio y profesional, que realmente merezca la pena. En este caso se convierten, por el contrario, en un elemento potenciador de la calidad porque permiten que trabajos verdaderamente enriquecedores lleguen a la sociedad, nuestros verdaderos clientes.

En este sentido, otra de las cosas que tienen fundamental importancia para que la Arqueología tenga un futuro –¡Y con ello nosotros, los arqueólogos, no lo olvidemos!– es la necesidad de una divulgación seria y efectiva. Entiendo por seria una divulgación de calidad, realizada por historiadores con conocimientos periodísticos o periodistas con conocimientos históricos, que transmitan de forma clara los resultados de las investigaciones, ya que, al fin y al cabo, debemos justificar su necesidad ante un público mixto y heterogéneo, normalmente ajeno a labores y términos arqueológicos. Por otro lado, entiendo por efectiva una divulgación complementaria a la tradicional, distinta, más viva, cercana, menos gris, que se convierta en algo divertido e interesante para aquella gente que no comparte otra forma de acercamiento a la Historia. Hacer documentales para historiadores es una pérdida de tiempo.

Yo, por la cuenta que me trae, estoy intentando aportar mi pequeño grano de arena en este sentido, abriendo nuevas vías a la Arqueología tradicional, debido a mi especialización: la Arqueología Virtual. Hago referencia a esto como ejemplo de que existen y se están poniendo en práctica nuevas formas de hacer y difundir la Arqueología y, cada uno, de mil formas distintas, podemos contribuir a crear la Arqueología del futuro. Lo que debemos tener claro es que, de cualquier modo, la nueva Arqueología pasa por salir a la calle, a las redes sociales, a las radios y televisiones. No es posible avanzar en este sentido con el elitismo de raíces decimonónicas que aún puebla gran parte de nuestro ambiente arqueológico. La Arqueología debe ser pública, abierta, seria y de calidad. No puede ser que pidamos a voz en grito “transparencia” a nuestros políticos y que en el día a día de nuestra profesión seamos completamente opacos.

Uno de los objetivos finales de esta serie de estrategias, en lo que atañe a nuestra disciplina, es conseguir la profesionalización de la Arqueología. No solo nominalmente y en los escritos administrativos sino de cara a la gente: es necesario que se nos vea como lo que somos, científicos e historiadores que investigan de forma seria para ofrecer un producto cargado de conocimiento sobre nuestro pasado. Debe quedar claro que nuestros estudios no son fruto de la inspiración artística o de la invención de taberna sino que tienen detrás un duro trabajo, estandarizado, metodológico y costoso. Que se reconozcan los medios de los que necesita una investigación arqueológica –tanto humanos como materiales– y lo provechosa que es su exploración desde el punto de vista cultural, social y económico.



Parece que la emoción de hablar de una Arqueología del futuro me ha llevado a olvidar los términos bélicos. Parece que se ha acabado la guerra. Ojalá esto se haga también realidad y las heridas, mutilaciones y muertes profesionales que hoy en día se producen de forma alarmante en el mundo de la Arqueología queden en un futuro, si no completamente erradicadas, sí muy reducidas. Como veis, está en nuestras manos y parece que la emoción, la ilusión y la imaginación tienen mucho que decir al respecto.


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo

(Este texto es una reflexión en torno a la conferencia "La Arqueología como profesión. Borrón y cuenta nueva." realizada por el arqueólogo Enric Flors Ureña, director de ARX. Arxivística i Arqueología, en la Universiad de Valencia el 21 de Noviembre del 2012)

martes, 18 de septiembre de 2012

¿Cuales son el origen y la importancia de Venus en Roma?

Castillo de Venus, en Erice, Sicilia. En el lugar del antiguo santuario.
La importancia de Venus a lo largo de la Historia Romana es sobresaliente. Grandes generales como Sila, Pompeyo o César la tomaron como fiel protectora. ¿A qué se debió? 

Entre los antepasados de los latinos, antiguos habitantes del Lacio, parece que venus era un nombre común que designaba una especie de “suerte”, “gracia divina” o “voluntad sobrenatural", que, con el paso del tiempo, después del periodo regio, fue divinizado en forma de una deidad femenina caracterizada principalmente por otorgar la victoria en los diversos ámbitos de la vida. No en vano, el primer templo a la divinidad levantado en Roma fue el de Venus Obsequens (en 295 a.C.), es decir, el de la Venus “que obsequia”, que es propicia y favorable al fiel, lo que tiene mucho que ver con el significado primitivo de la palabra venus

Por otro lado, paralelamente, la Afrodita griega comenzó a penetrar en suelo itálico: aparece como Apru para los etruscos –que la designaban en ocasiones con el nombre de Turán o reina–; como Frutis para los rutulos de Ardea; etc. 

Más al sur, en Sicilia, se había desarrollado el culto a Erix, una diosa greco-púnica de la naturaleza, que defendía el extremo occidental de la isla, y que poco a poco fue resaltando su aspecto de diosa de la sexualidad que quedaba bien reflejado en la conocida práctica de la prostitución sagrada, necesaria de frecuentar para obtener los favores de la diosa. 

"Venus Púdica". Museos Capitolinos, Roma.
Estos aspectos –el de diosa de la suerte o de la victoria latina (1); diosa del amor, la belleza y la persuasión griega (2); diosa de la sexualidad siciliana (3)– se fusionaron en una sola divinidad, la Venus Romana, teniendo como aglutinante la leyenda de Eneas (4) que situaba al hijo de Venus como antepasado del popolus romanus

Venus aparecerá entonces con diferentes epítetos: Felix, Caelestis, Ericina, etc. entre los que va a destacar, sobre todo desde el siglo II a.C., el de Victrix, ya que el sentido de “victoria” entendido como “regalo divino”, como ya hemos explicado, era el aspecto más marcado de las raíces religiosas de la Venus romana. 

La Venus romana, como diosa victoriosa, está unida en sus orígenes con el mundo militar. Esto explica que la relación entre Marte y Venus sea mucho mayor que la que existía entre los dioses griegos Ares y Afrodita. No en vano, el ya citado templo a Venus Obsequens fue construido como ofrenda a la diosa gracias a la ayuda propiciada en la Tercera Guerra Samnítica (298-290 a.C.). Más tarde, en el 217 a.C., se prometió también la construcción de un templo de Venus Ericina en Roma ante la grave situación de la Segunda Guerra Púnica. La diosa siciliana Erix se había asimilado con Venus y en su santuario había tenido lugar una heroica defensa romana ante las tropas cartaginesas en la Primera Guerra Púnica. Con la construcción de su templo en el pomerium de Roma se pretendía asegurar para esta nueva ocasión la ayuda que ya había prestado otorgando la victoria a los romanos en anteriores conflictos.

"Venus Pompeyana", Taberna delle Quatro Divinità, Pompeya.
De forma tardía, en torno al 48 a.C., Julio César otorga a Venus el epíteto de Genetrix, que reforzaba la pretendida ascendencia divina del general: los Julios se consideraban descendientes de Iulo, hijo mítico de Eneas y, por lo tanto, nieto de Venus. 

Como vemos, la diosa Venus fue usada en Roma con un doble sentido: religioso pero también político. Era muy beneficioso tener de tu lado una diosa que te proporcionara la Victoria, si no lo hacía de forma "real" sí era llevado a cabo de forma simbólica: presagios y augurios se encargaban de que el pueblo así lo creyera. 


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo









lunes, 17 de septiembre de 2012

El descubrimiento del Monumento de Pozo Moro (Albacete)


Juan Rodríguez y el Alberto Sevilla con algunos de los relieves. Enero 1971. 
En una mañana de diciembre como aquella la rasca no perdona. No lo hacía en aquel frío invierno de 1970 ni lo hace ahora. Tampoco lo hacía el rugido sordo del tractor. Las ruedas de aquella mole se hundían en el barro, entre la niebla, dejando claro quién mandaba en aquella finca, cerca de la otrora noble villa de Chinchilla de Montearagón.

Aquel día, sin embargo, no se iba a arar ni a continuar con las labores de siembra ni siega. Tocaba el tedioso trabajo de retirar los "majanos" que separaban la finca de Pozo Moro y la pedanía de Horna. Alberto Sevilla, o simplemente "El Sevilla", como queráis, debía ocuparse de hacerlo. "Concentración parcelaria", o lo que fuera. El caso es que tuvo que llevar el "tractó", al alba, para ocuparse de mover uno de aquellos montones de rocas. Y qué frío hacía. Maldición. 


Una fuerte palmada en la espalda le sacó de su ensimismamiento. El aparcero Juan Rodríguez, que le acompañaba plano en mano, le indicó que ese era uno de los "majanos" que debían desmontar y retirar. Saltaron al barro y se frotaron las manos. El trabajo les haría entrar en calor. Con poca dificultad retiraron las primeras piedras y pronto comenzaron a observar que algunas de ellas tenían formas curiosas, parecían relieves. Eran relieves. Tenían líneas, no sé, quizás flores. Hechos por la mano del hombre, eso seguro. ¿Qué era aquello? «¡Mira aquí!, ¿Lo ves? Son como unos "bichos" de lengua larga sentados...» Y pasaban a otra, rascando la tierra que dificultaba ver qué diablos era aquello. Eso tenía que ser algo de Egipto o vete tú a saber. «Pero normal no es, eso te lo digo yo.»

Uno de los relieves hallados en Pozo Moro.



Primeras excavaciones en Pozo Moro (Albacete), en 1971.

Retiraron religiosamente aquellas piezas. Habían olvidado el frío. Se pasaron la mañana haciendo conjeturas sobre qué sería aquello, separando con buen ojo aquellos fragmentos que parecían tener formas extrañas. Al acabar la jornada acudieron a Don Carlos Daudén, dueño de la finca, con una de las piedras. 

Al ver los trazos esculpidos, todavía sucios de tierra y barro, emocionado, Don Carlos se subió las gafas de pasta y dio mil vueltas al maravilloso pedazo de roca, como intentando ver más allá. Inmediatamente quiso dirigirse al lugar del hallazgo y, entre los tres, reunieron más fragmentos. Sentían la emoción que aparece cuando cruzas la mirada con algo que lleva siglos olvidado, oculto a la mirada de cualquier otro hombre. Rápidamente ordenó que aquello no se tocara más, y que, por supuesto, se interrumpiera la unión de las fincas y su roturación. Lo siguiente fue una llamada al Museo Arqueológico Nacinal.


Pocos días después, Martín Almagro Gorbea, conservador de la Sección de Arqueología Prehistórica de MAN, se presentó en la finca impecable, trajeado, cubierto por un sombrero gris. Con paso rápido se acercó a la zona y, junto con su equipo, la recorrieron palmo a palmo, acompañados por Juan Rodriguez, Don Carlos y "El Sevilla", que cruzaban miradas de niño mientras seguían de cerca los pasos del eminente arqueólogo, que les iba poniendo al día con emoción de los misterios y certezas de los Íberos, cultura a la que, según él, era muy probable que pertenecieran las piezas. Era 6 de Diciembre y se estaba descubriendo uno de los monumentos más importantes del Arte Ibérico.
Vista de las excavaciones en Pozo Moro.

Los tres albaceteños observaban con gran interés cómo los arqueólogos tomaban numerosas notas en sus pequeños cuadernos, hacían fotografías, medían, miraban a las colinas cercanas, se llevaban un puño de tierra cerca de la nariz y poco a poco lo iban dejando caer entre los dedos, etc. Esta operación se sucedió algunos días.  «¿Qué hacen?» , preguntó "El Sevilla" en una de estas.  «Historia» , dijo Don Carlos,  «Hacen Historia».



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¿Qué es el Monumento de Pozo Moro?
El gran monumento de Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete), levantado a finales del s. VI a.C., es único dentro de la Arqueología Ibérica. Cubría un enterramiento con un ajuar funerario compuesto de piezas procedentes de Grecia. Cada lado estaba flanqueado por dos leones apotropaicos que se encargarían de defender este lugar de reposo. Un gran friso de relieves recorría los cuatro lados, contándonos probablemente la legendaria historia de la familia aristocrática de aquel que estaba enterrado bajo el monumento. En él vemos escenas de hierogamia -unión sexual de un héroe con una divinidad-, de plantación del Árbol de la Vida e incluso de canibalismo.

Los arquitectos y artistas a los que se encargó levantar el monumento eran probablemente de origen oriental, quizás provenientes de Oriente Próximo, y no conocían muy bien el terreno sobre el que erigieron la edificación. Esta fue la causa de que el gran sepulcro se viniera abajo quizás pocas décadas después.

Se usa un lenguaje simbólico oriental para realizar un monumento simbólico y propagandístico de una determinada familia de nobles ibéricos que dejaría claro así su control sobre la zona.

Monumento de Pozo Moro.
León apotropaico.







Para más información: Tartessos; Chinchilla de Montearagón.

Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo

domingo, 16 de septiembre de 2012

¿Cual es el pulso de la Arqueología en España?


Excavación en el yacimiento de Axlor (Dima, Bizkaia).  
En estos tiempos convulsos nos llegan cada día noticias de nuevos hallazgos, yacimientos que dan la bienvenida a nuevas campañas y otros que cierran las actuales, museos que aumentan sus colecciones y museos que cierran o se paralizan. ¿Podemos mirar a través de esta acelerada cascada de información e intentar acercarnos a la situación actual de la Arqueología en España?

Para muchos ajenos al "mundillo", la Arqueología es algo para tiempos mejores. No podemos estar jugando a ser aventureros cuando hay gente que se muere de hambre. Así lo piensa la amplia mayoría de la calle. La televisión y las películas -a falta todavía, de verme la nueva "Tadeo Jones"- venden  la Arqueología como cosas de Indianas Jones. Es como si la señora que compra patatas no viera la importancia de aquel que las siembra. Como si el dueño de un iPhone despreciara el trabajo de los informáticos o lo viera como un pasatiempo. La gente que disfruta de exposiciones, museos, visitas a yacimientos, reconstrucciones, películas y series, libros, etc., no es consciente de que gran parte de esos productos no existirían sin el trabajo de los arqueólogos


En la puerta del Museo Arqueológico de Jerez...
Pese a lo que pueda parecer, muchos del sector no se quedan parados. Proyectos como "JAS Arqueología", secundados por grandes "arqueólogos públicos" -es decir, dedicados a la llamada Arqueología Pública- intentan acercar nuestro trabajo y, más importante aún, nuestra forma de trabajar , a la gente de la calle, para demostrar que no nos pasamos las horas jugando y que nuestras "aventuras" son tan importantes y profesionales como las de médicos, periodistas, abogados o lingüistas

Pese a que estamos rodeados de negros nubarrones, no todo son malas noticias. Aunque nos preocupe el cierto descrédito popular del que goza nuestra profesión, últimamente están surgiendo medios divulgativos de grandísima calidad que tratan la Arquelogía como una ciencia -véase por ejemplo "Materia"-, algo de lo que en ocasiones los propios arqueólogos todavía nos ruborizamos. Sea o no una ciencia, tenemos que demostrar que debe ser tratada como tal si queremos vencer -y convencer- al gran enemigo de la Arqueología Española: las autoridades públicas.


Esta gran quimera de la investigación arqueológica -como de tantos otros sectores "no rentables en tiempos de crisis" está cercenando poco a poco muchas de las cabezas de nuestra Arqueología, paralizándose y cerrándose Museos y Parques Arqueológicos sin ningún tipo de pudor. ¿Qué hacer cuando se cree que es mejor dar vía libre a proyectos como el de la ciudad-casino Eurovegas que a los cientos de iniciativas culturales que están paralizadas? ¿Cuantos puestos de trabajo crearía la explotación correcta del patrimonio arqueológico? ¿No obtendrían trabajo arqueólogos, historiadores, peones, arquitectos, constructores, abogados, comerciales, periodistas, diseñadores, cocineros, comisarios de exposición, personal de museos, etc., etc.?


Excavación en el yacimiento de La Torre dos Mouros (Galicia)


No intento demostrar que la Arqueología deba ser la única base de nuestra sociedad, pero sí que el potencial cultural, arqueológico y artístico, de España es tan grande que podría significar la creación de miles de puestos de trabajo y el ingreso de grandes cantidades de dinero gracias al turismo. Con ello, además, se potenciaría la Cultura, algo contra lo que está luchando ferozmente nuestro actual gobierno.

Proyectos como del yacimiento de La Torre dos Mouros (Galicia), donde el contacto con la población de Lira, un municipio de Carnota, ha estado presente día a día, muestran cómo la gente que apenas tiene conocimientos de Historia o Arqueología disfruta, se interesa y considera algo suyo -por lo tanto lo protege-, el estudio del Patrimonio. Todo esto se consigue construyendo un firme puente entre los arqueólogos y la población, y poco a poco vamos caminando en esa dirección.

Resulta preocupante, así mismo, darse cuenta de cómo este panorama en el que vive nuestra Arqueología no es visible desde el núcleo de las grandes universidades, que siguen empeñadas en mantener una o dos excavaciones de verano -que darán prestigio a algunos docentes- junto con unos más que amarillentos apuntes que repiten año tras año los mismos caducos contenidos. Así, normalmente es de mano de empresas e iniciativas privadas desde donde llegan las principales novedades y avances en nuestro sector.

Así mismo, resulta espectacular hoy en día el avance que para la divulgación arqueológica han supuesto las redes sociales, sobre todo Twitter y Facebook, gracias a las cuales se difunden noticias, artículos, cursos, congresos, etc., aumentando el interés y el conocimiento general sobre nuestra profesión. Gracias a ellas también se llega a contactar con profesionales y amateurs, dando lugar a fructíferas conversaciones y opiniones.

Visita a Segóbriga (Cuenca)
Como vemos, el panorama no es alentador pero hay muchas posibilidades, ilusión y ganas. Sin duda estamos en un momento de grandes cambios en los que la Arqueología Española debe redirigir sus pasos, centrándose más en la divulgación científica y cercana que nos proporcione un amplio reconocimiento por parte de la sociedad. Sin embargo, esta divulgación no debe estar exenta de nuevas investigaciones, excavaciones y hallazgos, que permitan acercar una Historia "recién hecha" a todos los ciudadanos. Creo que saber acercar con rigor las novedades arqueológicas a la población es algo clave para lograr el interés que empujará a la administración pública y a inversores privados aportar los fondos necesarios para realizar nuevas excavaciones.

Por último, debo recomendar -de nuevo, ya lo he hecho antes en este blog- el libro "El Futuro de la Arqueología en España". Publicado a finales del año pasado, es una lectura fundamental para todo aquel que quiera conocer un poco más de dónde venimos y a donde vamos. Sería muy positivo que en las distintas universidades españolas se aconsejara fervientemente su lectura.


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo



viernes, 14 de septiembre de 2012

Las destrucciones de Pompeya


Hoy en día, cualquiera que ponga un pie en esta ciudad a las faldas del Vesubio pensaría que Pompeya ha sido especialmente respetada por el tiempo. Todo lo contrario: guerras, terremotos, erupciones, saqueos, arqueología, turismo... la ciudad de Pompeya parece haber nacido con mala suerte, o quizás será el precio de la eternidad. Pasemos revista a sus sucesivas destrucciones


El Asedio de Sila (89 a.C.)


Cerca de la Puerta de Herculano se observan los impactos del asedio de Sila del 89 a.C.
Pese a que seguramente fuera presa del fuego con anterioridad -probablemente en el s. V a.C., durante la conquista de la Campania por parte de los Samnitas- el primero de los verdaderos "ataques a la integridad física" de Pompeya de los que tenemos notable constancia arqueológica se corresponde con el asedio de la ciudad por Sila en el 89 a.C., dentro del contexto de la llamada Guerra Social. El optimate romano golpeó con fuerza la ciudad, y todavía podemos observar el impacto de los proyectiles de las armas de asedio en parte de la muralla que rodea la ciudad, concretamente al noroeste, cerca de la Puerta de Herculano. 


El terremoto del 62 d.C.

Sin embargo, probablemente la primera de las grandes destrucciones de la ciudad llegó en el 62 d.C., cuando un gran terremoto destruyó gran parte de Pompeya. No sólo los autores clásicos como Tácito nos han transmitido la gran destrucción que se produjo por entonces, sino que también conservamos el espectacular testimonio gráfico de los pequeños bajo relieves encontrados en un altar en la casa de Lucius Caecilius Iucundus (V.1.26) que nos muestran el terror del terremoto: los arcos y templos temblaron y se inclinaron, los habitantes se apresuraron a sacrificar animales a los dioses, las puertas se abrieron y quebraron. 

Relieves de la Domus de L. Caecilius Iucundus. Escena del Foro durante el terremoto del 62 d.C. A la derecha, un hombre lleva una vaca hacia un altar de sacrificios. 

Relieves de la Domus de L. Caecilius Iucundus. El Castellum Aquae a la izquierda, la Puerta Vesubiana en el centro, un carro huye a la derecha...


La erupción del Vesubio del 79 d.C.

Erupción del Vesubio en Abril de 1872.
Tras el terremoto, muchos edificios se comenzaron a restaurar y pintar de nuevo. Fue entonces cuando, en Agosto del 79, los pompeyanos sintieron de nuevo cómo la tierra temblaba bajo sus pies. Muchos decidieron huir, pues recordaban la catástrofe ocurrida diecisiete años atrás. Hoy sabemos que hicieron bien. Según nos cuenta Plinio el Joven, el 24 de Agosto del 79 d.C. entró en erupción del Vesubio, el gran volcán que protagoniza las vistas del Golfo de Nápoles, y en pocas horas sepultó a la ciudad bajo una lluvia de ceniza incandescente y gases tóxicos. 

Ésta fue quizás la más grande destrucción de Pompeya y gracias a ella observamos la ciudad hoy en día en un "fabuloso" estado de conservación. Quedó cristalizada en el tiempo una ciudad aterrada, en proceso de restauración -los más optimistas ante los primeros temblores de ese Agosto creyeron poder comenzar a restaurar sus casas-, quedaron los cadáveres de avaros y ladrones, pero también de gente que no tenía dónde ir, o de animales que se vieron condenados a la muerte por sus cadenas. 

Sin embargo, debemos olvidar la idílica idea de que Pompeya es una típica ciudad romana cuya vida cotidiana se paró en un día normal para llegar hasta nosotros. Los días antes a la erupción, Pompeya era miedo, carreras y huidas apresuradas, robos, asaltos y violaciones. Eso es lo que nos ha llegado.


Los saqueos posteriores

Sin embargo, los romanos no se olvidaron de la existencia de la ciudad de un plumazo. Cuando todo se hubo calmado muchos volvieron al lugar del desastre -¿Es probable que se hiciera una iniciativa pública para recuperar objetos de valor?- y realizaron una verdadera búsqueda y captura de riquezas, horadando en los muros agujeros lo suficientemente grandes para que cupiera una persona, a través de los cuales pasaban de habitación en habitación. Es por esto por lo que no nos han llegado muchas grandes esculturas y riquezas del foro y los templos, así como de muchas viviendas privadas: gran parte del yacimiento fue saqueado ya en tiempos de los romanos y hasta la tardo-antigüedad. 

Triclinio de la Casa de los Amantes (I.10.11). A la izquierda se ve un orificio realizado por saqueadores de la Antigüedad.

No ocurrió lo mismo -o al menos no con tanta facilidad- en Herculano, que había sido cubierto no por unos metros de ceniza sino por más de 20 metros de lava, mucho más compacta, por lo que se hacía más complejo acceder a la sepultada ciudad. ¿Hasta cuándo continuaron los saqueos? No lo sabemos. Probablemente no cesaron a lo largo de toda la Historia, pero sin duda se hicieron cada vez más esporádicos. 


A la carga con la estratigrafía: Carlos VII de Nápoles.

Grabado de las "escarbaciones" borbónicas del s. XVIII.
A comienzos del siglo XVIII, el interés ilustrado de Carlos VII de Nápoles y de sus hombres hizo que uno de estos, Roque Joaquín de Alcubierre, ingeniero aragonés e interesado por el pasado romano y sus construcciones, encontrara en 1738 restos romanos en terrenos del futuro Carlos III de España. Éste le dio los permisos necesarios para indagar de qué se trataba y así se dio con el Teatro de Herculano. Tras diez años de excavaciones en esta ciudad se iniciaron las prospecciones de Pompeya

En un principio simplemente se buscaban riquezas, se "escarbaba" en busca de tesoros, esculturas, mármoles y monedas, en muchas ocasiones ni siquiera se respetaban los muros que, de nuevo, eran horadados. Poco a poco se fue tomando conciencia de que allí yacía una cultura al completo y comenzaron a interesar otros restos


Excavaciones de Fiorelli a partir de 1861.


Pese a todo, desde las primeras excavaciones borbónicas hasta las últimas décadas del siglo XX se ha producido una continua destrucción de información, fundamentalmente estratigráfica, al excavarse principalmente a la caza de importantes frescos, fabulosos mosaicos, esculturas, herramientas, utensilios cotidianos, etc. El estudio de una correcta estratigrafía que permitiera entender los distintos momentos de la vida de un determinado espacio no se ha llevado a cabo hasta hace relativamente poco. 

Pese a todo, debemos reconocer que el interés puesto por Carlos VII de Nápoles y por Alcubierre, así como por muchos otros que les siguieron en la dirección de las excavaciones de Pompeya, como Fiorelli o Maiuri, provocó que desde entonces la Arqueología comenzara a ser vista con otros ojos, se empezó a entender que ésta no se debía ocupar sólo de la búsqueda de tesoros sino de una pregunta fundamental: ¿Cómo era la vida en el pasado? Y se vio que éramos capaces de darle respuesta. 




Pompeya bombardeada durante la II Guerra Mundial
Noticia de los bombardeos el 31 de Agosto de 1943.



Pese a todo, todavía le esperaban episodios convulsos a la ciudad. Durante el verano de 1943, un escuadrón de bombarderos aliados bombardeó sin piedad el yacimiento de Pompeya. Más de 190 bombas de 400 kg cayeron desde finales de Agosto -curiosamente en la misma fecha de la famosa erupción del Vesubio-, destruyendo gran parte de la Pompeya que había llegado hasta nosotros. En la ciudad vesubiana se realizaban paradas militares y era tenida como símbolo del pasado glorioso que aspiraba recuperar el régimen fascista de Mussolini. Esto hizo que se convirtiera en un objetivo simbólico de los aliados y que perdiéramos infinidad de restos a los que el Vesubio había otorgado su acceso a la eternidad.

La existencia de múltiples fotografías de la ciudad antes de los bombardeos nos puede hacer comprender cómo eran ciertas zonas que quedaron totalmente devastadas. 


Peristilo de la Casa VII.6.7 de Pompeya. A la izquierda, antes del bombardeo de 1943. A la derecha, en la actualidad.


El turismo y el olvido de la Pompeya menos visible

Cientos de turistas visitando Pompeya.
Uno de los últimos torturadores de Pompeya ha sido el turismo desenfrenado. Oleadas de "guiris" y no "guiris" desfilan día tras día por las calzadas pompeyanas detrás de paraguas de todos los colores y voces en todas las lenguas. Los desperdicios campan a sus anchas: latas, botellas, plásticos e incluso preservativos, son encontrados por las calles, casas, tabernae y también en las propias excavaciones, dentro de los registros arqueológicos superiores. El turismo también deja huella arqueológica

Sin embargo, éste no es quizás el mayor problema. El verdadero enemigo del yacimiento en la actualidad es la falta de atención hacia la gran cantidad de espacio excavado (unas 44 hectáreas) que debido a la falta de dinero son abandonadas a su suerte ante el frío, la lluvia, el paso de trabajadores y turistas, etc. En los últimos años estamos asistiendo a continuos derrumbes de muros y techumbres -como el que se produjo a principios de Septiembre en la famosa Villa dei Misteri-, frescos que yacen al aire libre esparcidos por el suelo, cajas de materiales al alcance de la mano de cualquiera, etc. Hechos que ponen en tela de juicio la continuidad del yacimiento. Para frenar esta desastrosa situación se ha puesto en marcha el "Gran Proyecto Pompeya", gracias al cual la UE invertirá dinero en la consolidación y restauración de la ciudad romana. Sin embargo, muchos son todavía escépticos con respecto a la eficacia de este proyecto, que corre el peligro de caer también en las redes de la Mafia, resultando mínimo el dinero que llegaría de facto al yacimiento.

La basura reina en muchas zonas de Pompeya.

Por otro lado, en muchos casos el dinero se ha administrado mal, aportando grandes cantidades a los edificios que se encuentran más a la vista, dentro del recorrido turístico, como por ejemplo a aquellos de la Via de la Abundancia, y olvidando otros igual de importantes o más. Se han realizado además fastuosos espectáculos en el Anfiteatro u organizando teatrales visitas nocturnas. Muchas de estas inversiones deberían ser secundarias si no queremos perder gran parte de lo que ya hemos sacado a la luz



¿Qué va a pasar a partir de ahora?

Esta serie de destrucciones no pretende desanimar ni demostrar que Pompeya está destinada a desaparecer. Todo lo contrario. Pretende ser una llamada de atención ante la situación actual pues tenemos que ser conscientes de que todas las destrucciones son negativas y ahora mismo estamos inmersos en una de ellas. Sin embargo, Pompeya siempre ha salido de las anteriores, con peor o mejor fortuna. En nuestra mano está aprender de las destrucciones del pasado -provocadas o no por el hombre- para darnos cuenta de la terrible pérdida que supone no sólo para la investigación sino para el disfrute de las próximas generaciones. 

La gran ciudad del Vesubio lleva emocionando durante siglos a la Humanidad y es nuestro deber procurar que esto siga así. Las nuevas técnicas de conservación y restauración, ayudadas por las nuevas tecnologías informáticas de documentación y virtualización, son nuestra mejor baza para ganar esta nueva batalla a la destrucción y gracias a ellas nos encontramos en mejor situación que nunca. 

Ahora es nuestro turno. 


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo

jueves, 13 de septiembre de 2012

La Villa Romana de Noheda (Cuenca).


La profusión de villas romanas a lo largo y ancho de la Península Ibérica es conocida por casi todos. Se trata de asentamientos de un tamaño considerable debido a que incluían no sólo la casa de campo del aristócrata de turno sino también un gran fundus, o área de aprovechamiento agrícola y ganadero; así como los edificios para el almacenamiento de los recursos obtenidos y su manufactura; las zonas de vivienda de los trabajadores; etc. 

La Villa Romana de Noheda se encuentra cerca de la localidad del mismo nombre, junto a la carretera N-320, a pocos kilómetros al norte de Cuenca. Las excavaciones comenzaron en 2005 y no han cesado gracias a la importancia de los restos encontrados. Se estima que hasta el momento no está excavado más de un 10%, por lo que el potencial del yacimiento es muy alto. 

Los mosaicos de Noheda son lo más fascinante encontrado hasta el momento en la Villa.


Algunos han intentado ver en estos restos arqueológicos los de la conocida mansio de Urbiaca, un enclave de gran importancia en la red viaria tardorromana de la Península. Actualmente se han realizado prospecciones en todo el territorio y comenzado a excavar dos áreas, destacando aquella de la llamada Sala Triabsidada, donde se ha encontrado el fantástico mosaico. La opulencia tardoantigua queda atestiguada también por los restos de mármoles formando ricos trabajos de opus sectile y las pequeñas esculturas de mármol. Un asentamiento de época anterior ha sido encontrado bajo estos restos monumentales. 



Planimetría del área de la Sala Triabsidada excavada hasta el momento.

Vista cenital de la Sala Triabsidada, resaltándose los mosaicos.



Lo más impresionante de la Villa, como decimos es su espectacular mosaico, cuya presencia ya fue detectada por los propietarios de la finca en los años 80 que, de forma muy loable, dejaron ese área sin cultivar, lo que ha permitido una mejor conservación de los restos arqueológicos.

Los trabajos musivos se fechan en el siglo IV d.C. -se han encontrado también monedas que certifican esa cronología- y ocupan una superficie de 247 m2 a lo largo de la cual se pueden ver numerosos motivos decorativos y escenas figurativas. Entre estas últimas encontramos el Cortejo Dionisíaco, Pasajes de la Vida de Paris; la Historia de Pélope e Hipodamia; escenas marinas; y grandes superficies cubiertas con escenas de Pantomima, uno de los géneros teatrales más famosos entre los romanos. La sala probablemente se usara como salón de representación y banquetes, dada la iconografía dionisíaca y festiva que la decora.

Mosaico de Noheda. Cortejo Dionisíaco.

Mosaico de Noheda. Vida de Paris.

Mosaico de Noheda. Historia de Pélope e Hipodamía.

Mosaico de Noheda. Escenas de Pantomima.

Mosaico de Noheda. Escenas de Pantomima.

Mosaico de Noheda. Escenas marinas.



En un buen artículo, escrito en 2010 y del que han sido extraídas las imágenes, Miguel Ángel Lavero Tévar, director de las excavaciones, indica que:
"Los nuevos objetivos plantean, sin olvidar el mosaico, el estudio completo del conjunto arqueológico intentando interpretar adecuadamente las estancias, la cronológica del complejo, la evolución de las fases constructivas, las técnicas edilicias empleadas, la ornamentación, el proceso de destrucción, los objetos, etc. Es decir, buscando la interpretación global del conjunto, siendo éste el único método válido para la aplicación de la correcta arqueología."
Esperemos que en los próximos años el yacimiento pueda ofrecernos novedades. Por lo pronto, en Diciembre del 2011, la Villa fue declarada Bien de Interés Cultural y en Julio de éste año se realizaron las I Jornadas de la Villa Romana de Noheda, que sin duda permitieron una mayor difusión del yacimiento y sus estudios. 

Escultura encontrada en la Villa. 

Vídeo de presentación de las Excavaciones de Noheda del 2012:



Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo

lunes, 10 de septiembre de 2012

La Motilla del Azuer: gran representante del Bronce Manchego.

Las motillas son unos asentamientos de la Edad del Bronce (2450-1540 a.C.) formados por varios círculos concéntricos de intrincadas murallas que dan lugar a auténticas fortalezas. Son característicos de la Cultura del Bronce Manchego que se desarrolló en la zona de Albacete y Ciudad Real, en contacto con otras culturas más conocidas como la de El Argar y la del Bronce Valenciano

De las motillas descubiertas hasta ahora -al menos 30 en toda la Comunidad de Castilla-La Mancha-, la Motilla del Azuer, situada en las inmediaciones de Daimiel (Ciudad Real), es la más conocida dada la profusión de estudios arqueológicos que en ella se han realizado, y que llegan hasta la actualidad. 

Vista del yacimiento de Motilla del Azuer.


Las motillas comenzaron a llamar la atención de los arqueólogos a finales del siglo XIX, y se creyó que eran monumentos funerarios concéntricos que habían dado lugar a estos túmulos que protagonizaban el paisaje manchego. Los estudios realizados a lo largo del siglo XX descartaron la hipótesis de que se tratara de tumbas monumentales y demostraron que son grandes fortalezas dedicadas a la protección de los recursos naturales más importantes para estas sociedades. 

Todos los yacimientos del Bronce de la Mancha se encuentran donde hay buenas tierras y donde son favorables las condiciones defensivas. Su economía fue fundamentalmente agrícola y ganadera, siendo las motillas centros de grandes zonas de pasto y de cultivo, sin embargo, el protagonismo del comercio también fue importante, con contactos con el resto de pueblos de la Península y del norte de África. 

Según ha sido estudiado, durante la Edad del Bronce se produjo un importante periodo de sequía que afectó con especial contundencia al centro de la Península. En tales circunstancias el control del agua resultaba fundamental. En el centro de la Motilla del Azuer encontramos "una estructura hidráulica que ocupa el interior del patio, en forma de embudo y con sucesivas plataformas y paramentos de mampostería que van reduciendo progresivamente su superficie y facilitando su aproximación al agua". Es decir, la Motilla del Azuer era realmente una fortificación para la defensa de un gran pozo que permitía el desarrollo de las actividades agrícolas y ganaderas que se llevaban a cabo en la zona. 


Vista del pozo lleno de agua de la Motilla del Azuer.
Reconstrucción virtual de una motilla.


Planimetría esquemática de la Motilla del Azuer.


En este tipo de fortalezas se protegían los recursos naturales como el agua, pero también se almacenaban los excedentes de grano y se fabricaban cerámicas a gran escala. Fueron los grandes centros económicos de la época y se convirtieron así en suculentos objetivos de conquista, por lo que era indispensable la fuerte defensa proporcionada por los altos muros. 

Su monumental disposición formando círculos de muralla concéntricos en torno a una alta torre es única en la Edad del Bronce de toda la Península y nos demuestra la importancia de la ocupación de la Mancha desde nuestra Prehistoria Reciente. Las murallas de este tipo de construcciones constituyen las más antiguas fortificaciones de Castilla-La Mancha.

En torno a estos centros, como no podía ser de otro modo, se han encontrado viviendas que han llevado a suponer una organización más jerarquizada de lo que en ocasiones se creía, teniendo quizás el jefe del poblado su vivienda en el interior de la fortaleza, quizás en la torre, y siendo reservadas las viviendas exteriores para los campesinos y trabajadores.


Vista aérea del yacimiento de la Motilla del Azuer.


Vista del pozo de la Motilla del Azuer.





Bajo algunas viviendas de la Motilla del Azuer han sido hallados enterramientos como este, que dejan constancia de los ritos funerarios de la Cultura del Bronce Manchego.

El Yacimiento en la Actualidad

Tras el inicio de las excavaciones en los años 70, la Motilla del Azuer se situó como uno de los principales yacimientos del Bronce Manchego encontrados hasta entonces y los trabajos arqueológicos se han sucedido en el tiempo hasta hoy mismo, cuando prosiguen los trabajos a cargo de la Universidad de Granada. 

Hace pocos meses, en Julio, se ha propuesto una cesión del uso cultural y turístico de la Motilla del Azuer para que el Ayuntamiento de Daimiel pueda hacerse cargo del yacimiento como "punto de interés cultural y su posible aprovechamiento turístico en las condiciones en las que autorice Patrimonio". 

Esta búsqueda de la puesta en valor del yacimiento es vista con buenos ojos por los arqueólogos y los habitantes de la zona siempre que sea llevada a cabo con corrección y eficacia y sirva para situar el yacimiento a la altura de los Parques Arqueológicos de la Comunidad, que hoy en día se encuentran también en fase de reestructuración. 

Trabajos arqueológicos en la Motilla del Azuer




Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo