miércoles, 9 de julio de 2008

La obsesiva necesidad de lo útil



Triste sería que nuestra alma fuera de acero, asfalto y cemento.

En la actualidad, dificilmente se diferencia un nuevo edificio público de la administración de un colegio, de un hospital, e incluso de un bloque de pisos. Todos ellos trazados con absoluta precisión por mentes que más bien parecen propias de máquinas, formadas por líneas rectas y colores grises.

Estamos acostumbrados a vivir en una sociedad que busca obtener el mayor beneficio con los menores costes y eso nos lleva a esto, a un mundo cuadriculado, pensado según la ley de la mayor comodidad y el mínimo esfuerzo.

¿Donde se ha quedado la necesidad de la belleza, de la estética, del contraste? ¿Es acaso que ahora predominan otros gustos, el gusto por lo gris, por el asfalto y el cemento?

Basta hechar la vista un poco al pasado para darnos cuenta de cómo se ha buscado desde siempre el arte por el arte.

Los templos e iglesias tenían que ser magnánimos, increibles, impresionantemente bellos, sin embargo, la mayoría de las iglesias actuales no pasan de ser cuatro paredes mal puestas de materiales baratos.

Los edificios administrativos debían dejar cuenta de su importancia con grandes columnatas, salas repletas de cuadros, techos artesonados, esculturas alegóricas, etc. Ahora el ladrillo es el mejor amigo del hombre dentro y fuera de casa, algún que otro calendario es la única decoración.

Quiero invitar a pensar sobre esto, a lo mejor ahora también se busca la estética, no digo que no, pero sin duda con un sentido mucho más deteriorado, nadie puede negar que no hemos ido para atrás en este aspecto.

Se podría pensar que ahora no se puede perder tanto dinero en cosas que no tienen ninguna utilidad, sin embargo, la historia nos demuestra que cuanto más bellas estéticamente hablando y más impresionantes son las obras, más gente atraen a ellas y a la larga generan muchísimo más dinero.

Como la Torre Eiffel de la foto. Como las grandes catedrales. Como las magnánimas esculturas.

Porque se lo merecen los paises que las promovieron y sus autores.

Porque se lo han ganado cojones.

Así revindico desde aquí un cambio hacia un intento de superación por parte de nosotros mismos, a intentar reflejar nuestro interior, nuestro alma, en las obras que realizamos.

Triste sería que nuestra alma fuera de acero, asfalto y cemento.

1 comentario:

  1. Mmm toy totalmente en desacuerdo, pero como esto desembocará en un larga y apasionante conversación sobre emperadores, reyes, dictadores, y el capitalismo... prefiero dejarlo para el sábado cuando vea la máquina de humo XD

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