miércoles, 15 de octubre de 2008

Brunelleschi: Un genio entre dos épocas.


Siempre me han fascinado todos los periodos turbios, los periodos que quedan entre un estilo y otro, aquellos que te dejan ver qué ha sido y qué será del arte.

Y no hay mejor ejemplo que los comienzos del s. XV, los comienzos de esa centuria del cinquecento que supuso el salto de la Edad Media a la Edad Moderna, en definitiva el mundo del Humanismo y todo lo que le rodea.

Y por esas fechas nos encontramos con un personaje fascinante, un artista y pensador innovador que fue base para grandes maestros como Leonardo Da Vinci.

Hablo de Filippo Brunelleschi.

Nacido en 1377, vivió toda su vida rodeado de formas góticas y, conociendo a maestros de la escultura gótica italiana como los Pisano, comenzó su carrera artística en la escultura (participó y ganó junto con Ghiberti, en el concurso de las puertas del baptisterio de Florencia).

Sin embargo, lo que de verdad se le debe a Brunelleschi es el haber llevado el candíl de la modernidad en un mundo gótico que se sumía en un superfluo decorativismo (propio de ese gótico internacional), el haber establecido la necesidad de determinar el espacio y el tiempo en torno a la realidad humana.

Sus trabajos en la óptica y la perspectiva hicieron que se convirtiera en un genio del espacio, estableciendo por primera vez una regularización de los edificios y de la arquitectura como un todo, como algo que debía tener conclusión, debía tener principio y fin como la realidad humana, debía determinar el espacio.


Brunelleschi consiguió lo que nadie pudo: construir la cúpula mayor de la Catedral de Florencia. Para ello ingenió numerosas máquinas y andamios novedosos y con la invencción de la cúpula del Duomo delli Fiori y con su construcción otorgó la honra que se merecía la ciudad de Florencia (que hasta entonces era burlada por decir ser tan poderosa y no poder ni siquiera acabar su propia catedral).


Construida sin cimbras, la cúpula presenta un aparejo en forma de "espina de pez", que recuperó Brunelleschi al estudiar los restos de la ciudad de Roma. Y es que, Brunelleschi fue uno de los primeros que intentó recuperar el espíritu de la Antigua Roma desde un punto de vista cintífico para la época, buscando, excavando y observando los restos de las arquitecturas de aquella época gloriosa que pretendía recuperar.

Construyó la cúpula no como un elemento más del edificio sino como un elemento de conclusión.

El interior (pensado en un principio sin las pinturas que añadió más adelante Vasari) debía de mostrar la proporcionalidad entre la diafanidad y longitudinalidad de las naves y la verticalidad también diáfana de la cúpula.

El exterior en cambio tenía que cerrar el edificio, para ello vemos como esos ocho nervios blancos recojen los volúmenes de los ábsides y las exedras de la cabecera de la iglesia y culmina el edificio en una airosa linterna.

Sin embargo, como he dicho antes, esto no es puro renacimiento, no es puro gótico. Su forma apuntada no es casual. Mientras esto se construía todavía se estaban haciendo grandes obras góticas y las enseñanzas artísticas, por así decirlo, oficiales enseñaban las formas, estética y técnicas góticas.

Su limpieza de formas, su equilibrio, su sentido de la óptica y de la perspectiva, todo ello nos hace ver cómo Brunelleschi fue indispensable para la formación y obras de artistas posteriores y para toda la Historia del Arte posterior.

1 comentario:

  1. Muy interesante artículo con abundante apoyo bibliográfico.

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