Tal amalgama de elementos aparecían reflejados en estas piezas de cerámica fechables entre el s. I-III d.C. Se pensó que la casa en la que habían aparecido constituía una escuela y que el profesor sería un egipcio.
De ser verídicas estas inscripciones constituirían un hallazgo importantísimo no solo para la Historia del Arte (pues adelantaría la fecha de aparición de una iconografía tan importante como es la Crucifixión por ejemplo) sino para la lengua y "nación" Vasca.
Sin embargo, esta última semana, expertos como Almagro Gorbea o Jose Manuél Galán han desmentido, tras observar el estudio realizado de las piezas en estos dos años, que sean verdaderas.
Son un verdadero fraude según ellos.
Y la verdad es que yo diría que también.
La Crucifixión presenta un aspecto demasiado moderno, no es que por esas épocas (s. III) no se haya encontrado todavía un verdadero crucificado, es que todavía no se había encontrado ni siquiera una Cruz de Cristo sin el cuerpo de este.
La sirena con cola de pez aparecerá mucho más tarde por una mala interpretación y traducción de los textos clásicos, que llevará a relacionar a esas aves con cabeza de mujer, que eran las sirenas en el periodo antiguo, con el mar cerca del que vivían, y así acaban teniendo cola de pez, alas de pájaro y cuerpo de mujer. Al final, en la Edad Media ya avanzada, las alas de pájaro acaban desapareciendo, pasando a ser atributo de las arpías. Vemos cómo esa iconografía es fruto de una evolución y es así harto improbable que apareciera una sirena con cuerpo de pez en el s. III o IV d.C.
Los jeroglíficos, según el egiptólogo del CSIC Galán, solo tienen una ligera similitud con los verdaderos signos del sistema jeroglífico, pero ninguno corresponde con los verdaderos.
Las palabras de la lengua vasca que han sido encontradas no corresponden con la lengua que existiera en el s. IV en la zona vasca, ni en el s. XVI ni en el XIX. Son actuales.
Además, algo muy decisivo, es que aparecen nombres de Faraones egipcios en latín escritos en esas piezas. Hasta ahí nada raro. La sorpresa viene cuando se atiende a los nombres y a su escritura. Veamos un ejemplo:
En esta inscripción se puede leer en latín (con algún caracter griego mezclado):
"Ramses Seti Filio"
La transcripción sobre un hueso de 'Ramses (la 'e' escrita 'II') hijo de Seti' no se adecua a lo conocido del egipcio antiguo y difiere en los detalles también de su trascripción griega. Lo lógico habría sido escribir el nombre del conocido faraón como 'Ramphes' y el de su padre como 'Sethi'.
En definitiva creo que hay pruebas suficientes para determinar que efectivamente esto se trata de un fraude. Yo diría que, según lo mal que están trazadas las falsificaciones para que fueran algo creibles, no ha debido ser un arqueólogo el que las ha realizado, y si lo ha sido, por favor, que cuando le pillen le retiren del cargo, que hasta yo podría haberlo hecho mejor.
¿Qué ha podido llevar a estas falsificaciones?
Seguramente ese enfermizo nacionalismo que empuja a querer excarvar aún más en las raices del País Vasco como pueblo. Y yo pregunto: ¿Tan inseguros están de su identidad que se tienen que inventar un fraude para sostenerla? En fin...
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