jueves, 29 de enero de 2009

Y no volvere disfrazado de anciano...

Ha llegado la hora de mi personal "nostos", quizás no tan enrevesado y desavenido como en su día fue el de Odiseo a su patria Ítaca, pero al fin y al cabo determinante.

Si no he escrito nada hasta hoy ha sido por la presión que paulatinamente ha traído consigo la cercanía de los exámenes. La gran bota de la responsabilidad ha llegado a trompicones y me ha aplastado poco a poco contra los libros de la mesa.

Ahora, a 29 de Enero, y tras haber realizado el primer examen de esta tanda, he podido tomar una bocanada de aire fresco, levantarme un poco y estirarme.

Escribo esto justo en el interludio entre dos tormentas. La primera ha sido leve, la segunda será peor. Este ha sido el primer movimiento de una sinfonía de seis.

En fin, solo era eso que aun que solo veais un barril, dentro estoy yo como Diógenes. Ya llegará el momento en el que asome la cabeza.


Aquí os dejo un cuadro de Gerrit Van Honthorst, un genio holandés de comienzos del barroco. ¿De qué era más amante? ¿De las velas y las luces o de las sombras que estas proyectaban?

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