miércoles, 12 de septiembre de 2012

Arte flamenco y renacentista en "Isabel", la nueva serie de TVE.


Michelle Jenner encarna una (excesivamente) guapa Isabel la Católica.
Como ya sabéis, hace unos días se estrenó la temida "Isabel", que pretende ser una serie histórica que narre la vida de Isabel la Católica, uno de los personajes más reconocidos de la Historia de España. Tras ver este primer capítulo, los amantes de la Historia, sólo podemos exhalar un suspiro de cierto alivio al comprobar que al menos no se trata de un racimo de "históricas" meteduras de pata como las desdichadas "Hispania" o "Toledo". De cualquier modo, no todo son halagos para la recién llegada: predominan los personajes vacíos, que dejan mucho que desear, las tramas simplonas y un guión extremadamente flojo, sin ningún golpe de efecto. Pero, en fin, al menos no se ensañan a patadas con la bolsa escrotal de la Historia

Nos vamos a centrar aquí en una escena en concreto, que tiene lugar a partir del minuto 49, en la que Don Gonzalo Chacón, tutor de los jóvenes Isabel y Alfonso, acude al palacio de los Mendoza para intentar cerrar un acuerdo con Don Diego Hurtado de Mendoza, I Duque del Infantado, con el fin de que los jóvenes puedan salir de la Corte y volver a Arévalo a visitar a su enferma madre.

En esta escena aparecen con claridad tres obras de arte que nos permiten analizar el cuidado que los asesores históricos han puesto en la ambientación de la serie -también darían lugar a muchos otros análisis, como el estilístico, de los que no nos podemos ocupar aquí-. 

La Piedad, de Van der Weyden.
Fotograma en el que se muestra el cuadro de Van der Weyden.

La primera de ellas es La Piedad, de Van der Weyden, que actualmente se encuentra en el Museo del Prado. Un campechano Don Diego Hurtado de Mendoza se la muestra a Chacón y, sorprendentemente, dice haberla pintado el mismo -¡Pardiez, sería una magnífica copia!-, pero no contento con ello se jacta de ser un pésimo pintor y añade "esta pintura es peor que el estiercol en una ensalada". Esperemos que se refiera a su copia (que, pese a todo, no parece mala) porque quizás la obra de Van der Weyden no merezca ese calificativo. 


La Piedad, de Van der Weyden. (ca. 1440-50)




Sea como fuere, se piensa que la obra fue realizada entre 1440 y 1450, en la ciudad de Malinas (Flandes). El donante, que aparece junto a San Juan, la Virgen María y el cuerpo de Cristo, pertenecería a la familia Broers. En aquella época, Van der Weyden ya tenía un taller de gran importancia y realiza un cambio iconográfico en el Descendimiento, mostrándonos una visión más unitaria y una escena más vacía de figuras. Esta obra, sin embargo, no es única, sino que se trata de un modelo que el taller del artista realizó en serie, existiendo al menos otras cuatro copias, como la que se encuentra en el Museo de Berlín. Es probable que esta obra del Museo del Prado sea efectivamente producto del taller y no de las manos del maestro.






La Fuente de la Gracia y el Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga, de Van Eyck.
Fotograma donde se ve, parcialmente, la tabla de Van Eyck.



La segunda obra, que podemos observar parcialmente, es La Fuente de la Gracia y el Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga, de Van Eyck, que, curiosamente, también se encuentra en el Museo del Prado. Esta tabla tiene una cronología discutida aunque actualmente se piensa que fue realizada hacia 1430





La Fuente de la Gracia..., de Van Eyck. (ca. 1430)






El cuadro ingresó en el Monasterio del Parral, en Segovia, por donación de su fundador, Enrique IV de Castilla, entre 1455 y 1459. Quedó encastrada en la pared de la sacristía de la iglesia, hasta su arrancamiento por  Castelaro en mayo de 1836, quien la trasladó a la Academia de Bellas Artes de Madrid, donde permaneció hasta su ingreso, en 1842, en el recién creado Museo Nacional de Pintura y Escultura, sitio que fuera Convento de los Trinitarios Calzados de la calle Relatores.

No se ha podido establecer con seguridad que sea de van Eyck. Sí de la escuela de los primitivos flamencos o de la escuela de van Eyck. Se relaciona por razones estilísticas e iconográficas con el políptico de San Bavón de Gante, realizado por los hermanos van Eyck, por lo que autores de siglos pasados como Madrazo o Justi lo han creído del mismo Jan van Eyck. El propio Justi lo pone en relación con el viaje de Jan a la península, opinando que, quizás, Juan II de Castilla le hizo el encargo por el eco del de Gante. Incluso Hulin de Loo (1923) la considera obra de de un seguidor de van Eyck, trabajando en Gante o en Brujas. 



Cristo muerto sostenido por un ángel, de Antonello da Messina.

Fotograma en el que se ve, a la derecha, la obra de Antonello da Messina.

Para rastrear el origen de la tercera obra que aparece nos tenemos que trasladar a Italia. Se trata del Cristo muerto sostenido por un ángel, de Antonello da Messina. Como pueden intuir, también se encuentra en el Museo del Prado. Según se cree, la obra fue realizada por el artista al final de su vida hacia 1475-76, cuando éste regresó finalmente desde Venecia a Messina, cuyo paisaje -incomprensible sin haber conocido al veneciano Giovanni Bellini- se puede ver al fondo. Hay quien ve probable la participación en ella del hijo de Antonello, Jacobello. 
Cristo muerto..., de Antonello da Messina. (1475-76)







La obra fue comprada en 1965 por el Museo del Prado a una colección particular de Irún. Según parece, previamente había estado en Monforte de Lemnos (Galicia) a donde probablemente llegara comprada desde Italia por un personaje de la alta jerarquía eclesiástica








__________________ ¿Conclusión?________________

Visto esto, ¿Qué decir de la ambientación histórica? Veamos, si tenemos en cuenta que esta escena tiene lugar probablemente en 1462 -es decir, poco después del nacimiento de Juana la Beltraneja, la discutida hija de Enrique IV-, la presencia de dos tercios de las obras es cronológicamente correcta. La obra de Van Eyck, que por aquel entonces estaría en el Monasterio del Parral, pudo efectivamente haber sido copiada por algún artista y ésta sería la que veríamos en el salón del Mendoza. Por otro lado, la pequeña tabla de Van der Weyden es un modelo muy repetido por su taller y ésta bien podría ser una de las muchas copias que hoy hemos perdido

Con el Antonello se salen algo más del tiesto ya que hasta cerca de 15 años después no sería realizada, y probablemente no llegó a la Península sino pasados unos siglos. De cualquier modo, es un error que podemos aceptar ya que obras de un estilo similar -es decir, del primer renacimiento italiano- habían podido llegar a manos de Don Diego Hurtado de Mendoza, que sin duda fue un gran comitente y apasionado de las obras de arte, sobre todo de las italianas. 

Así, si tuvieramos que determinar la ambientación histórica de la serie por este pequeño grupo de obras no podríamos sino -tal y como está el patio últimamente- darle un notable alto.

Sin embargo, se nota el bajo presupuesto: es altamente probable que los decoradores se hayan pasado por la tienda del Museo del Prado a comprar unas láminas de tres o cuatro obras de la época y se hayan decantado por las que vemos en la pantalla. El resto de los escenarios, principalmente interiores, nos muestran un acusado "cartonpiedrismo" que roza muy de cerca la cutrez. Poco mejor están tratados el resto de objetos y vestimentas. 

En fin, esto es España y este es el dinero que tenemos. Esta vez, según estamos, no lo hemos hecho del todo mal. 


Los actores posan ante las cámaras.  ¿Será un triunfo para la series en España o una muestra más de nuestra mediocridad?


Irene Palancar 
Estefanía Bautista Centellas
Pablo Aparicio Resco (@ArcheoPablo)


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