miércoles, 19 de septiembre de 2012

Los juegos medievales del Monte Testaccio

Dibujo de 1534 en el que se representa la realización de uno de estos juegos.

Ayer mismo era noticia el Monte Testaccio de Roma, en el que las excavaciones, llevadas a cabo por un equipo español, estaban aportando nuevos datos sobre el aceite de la Andalucía de hace miles de años. El Monte Testaccio es una colina artificial de Roma formada durante época romana con miles de ánforas que no resultaba rentable lavar y volver a enviar por todo el Mediterráneo para un segundo uso. La espectacular colina cubre un área de más de 20.000 m² y su punto más alto supera los 40 metros. 

Pese a que su peculiar formación hace que sea un "basurero" de grandísima importancia para los arqueólogos, una buena parte de las ánforas que lo formaban se han destruido por completo, esparciéndose y cambiando la orografía original del monte -así como su estratigrafía-, en buena parte gracias a los juegos que durante varios siglos de la Edad Media fueron llevados a cabo en su ladera oriental. ¿En qué consistían?


Camino en el Testaccio.

Los juegos tenían lugar durante los Carnavales, la semana de diversión y transmutación de roles que tenía lugar antes de la Cuaresma y que comenzó a convertirse en tradición desde el siglo X. Durante esa semana estaban permitidas ciertas conductas impúdicas y licenciosas que en otros momentos del año serían impensables. 

Una de las fiestas, llamada "La ruzzica de li porci", se realizaba en esos días en el Monte Testaccio. No podemos negar que se trataba de una costumbre bastante salvaje:

Se engalanaban en lo alto de la colina hasta seis carros -llamados pomposamente "carrozze"- cada uno tirado por dos bueyes y llevando en su parte trasera dos grandes cerdos atados. En el valle de los pies de la colina esperaban a caballo las cuadrillas de mozos, llamados iocatores.

Con un ronco sonido de corneta daba comienzo el "juego": se espoleaba a los bueyes colina abajo y, por la poca adherencia de las ánforas, éstos resbalaban, caían, los carros volcaban de forma estrepitosa, perdiendo sus adornos o destruyéndose por completo en el peor de los casos. Entre una polvareda que debía verse desde cualquier colina de Roma, llegaban los carros destartalados a los pies del Testaccio. 

Envueltos en esa confusión, las cuadrillas de jóvenes de los distintos barrios luchaban por hacerse con el mayor número de cerdos posibles, teniendo que esquivar o lancear desde sus caballos a los bueyes y luchando mano a mano con el resto de los iocatores que buscaban el mismo botín. Todo ello se hacía en un ambiente de sangre, embriaguez, burlas, insultos, gritos y gran alboroto

Algunos han apuntado a la posibilidad de que este juego fuera una herencia pagana en relación con los sacrificios de animales romanos o suovetaurilias

Esta celebración, protagonizada por las baja nobleza y las clases medias y populares, se veía completada por la conocida como "Carrera del Palio", realizada en las inmediaciones del Monte Testaccio en los mismos días y en la que participaban los caballeros de la más alta nobleza. 

"La festa di Testaccio fatta in Roma", grabado de 1558. 

Estos juegos carnavalescos carnavalescas disfrutaron de gran esplendor durante los siglos XIV y XV hasta que en 1466 el Papa Pablo II trasladó las celebraciones a la Via del Corso y Plaza Venezia, donde acababa de levantar su palacio (el Palazzo Venezia). En cierto modo, esto acabo con la tradicional "Ruzzica de li porci", pese a que en 1534 y en 1545 se realizaron de nuevo algunos juegos en el Testaccio por orden del Papa Pablo III Farnese

Vista desde el Monte Testaccio. Turner. 1818.
Vista desde el Monte Testaccio hoy en día.

Al pie del Testaccio, allí donde en la Edad Media se realizaban estos juegos salvajes de Carnaval, hoy en día existen unas pistas de fútbol. En ocasiones la continuidad de los espacios llega de forma totalmente casual...


Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo


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