lunes, 8 de octubre de 2012

De "pintarrajo" sobre un Rothko a "Arte Contemporáneo".


Ayer por la noche saltaba la noticia de que un "vándalo" había pintarrajeado un Rothko y mucha gente se llevaba -no sin razón- las manos a la cabeza. De forma irónica, publiqué la noticia en mi página de Facebook comentando lo siguiente: 
"O sea, que esta pintada en un Rothko es un "manchurrón negro", ¿no? Vamos hombre, pues a mí me parece Arte. No sé qué tiene que envidiar esa firma, de la que se podrían hacer verdaderos tratados de estética contemporánea, a la mejor de las obras del señor Rothko, que, dicho de paso, le han llevado mucho menos tiempo que al pobre "vándalo" -como se afanan en llamarlo- realizar este espléndido graffiti."
La firma de Vladimir Umanets.
Como no podía ser de otro modo, este comentario suscitó ciertas críticas e indignación, ante quien no comprendía cómo podía insinuar que habríamos de estar de parte del "vándalo" que había destrozado una obra del señor Rothko. 

Hoy, con media sonrisa, he comprobado que no estaba tan desencaminado como pensaba. Resulta que el tal "vándalo" es un ruso conocido como Vladimir Umanets, y el texto que decidió plantar en la esquina inferior derecha del Rothko fue: "Vladimir Umanets '12. A Potential Piece of Yellowism" (Vladimir Umanets '12. Una pieza potencial del Amarillismo) Si nos damos una vuelta por la página del "Amarillismo", como dicen llamarlo, encontramos el Manifiesto Amarillista y varios ejemplos de supuestas "obras de arte" y performances de tal "corriente artística". En la misma página podemos ver también más ejemplos de objetos firmados por el tal Vladimir con la misma grafía. 

Llevémonos entonces las manos a la cabeza por cosas más serias, como qué es el Arte Contemporáneo y qué criterios sigue para ser así calificado. Acciones como las de este personaje, el tal Vladimir, que hoy hacen llevarse las manos a la cabeza a la gente, dentro de unos años -no muchos, me atrevo a pronosticar- serán estudiadas a su vez como Arte Contemporáneo en las más prestigiosas facultades. Si no, piensen por ejemplo en las controvertidas performances de Otto Mühl, del que un artículo de 2008 publicado en una revista de la Universidad Complutense de Madrid, dice: 
"Mühl piensa que el arte pictórico es una reminiscencia burguesa, y en su lugar propone acciones como desnudarse y cortarse el pecho y el muslo con una navaja de afeitar y orinar en un vaso que luego bebe al tiempo que unta su cuerpo con heces, para finalmente masturbarse mientras canta el himno nacional austríaco."
Pero, qué diablos es esto, señores, ¿nos hemos vuelto todos locos? Los historiadores del arte contemporáneo, al menos, parece que sí. 

Dejémonos entonces de falsedades. Hoy está muy mal visto criticar el Arte Contemporáneo, es de garrulos, paletos e incultos, pero la verdad es que si no ponemos límite a esto, lo vamos a lamentar. A mí no me importa que el bueno de Mühl se beba su propio meado y realmente tampoco demasiado que un Rothko se firme de esta forma. Lo que me preocupa es el sobrenombre que acabamos dando a estas acciones. Llamar Arte a absurdeces de este calibre es escupir sobre aquellas obras que sí lo merecen y sobre los artistas que las llevaron a cabo. Un poco de sentido común, por favor. 

Pablo Aparicio Resco
@ArcheoPablo

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